POLÍTICA & SOCIEDAD



ENTREVISTA I SOCIEDAD
'AYUDAR ES SERVIR SIN PEDIR NADA A CAMBIO'
23 de julio de 2018 23:00

Eran las 12:00 am del sábado pasado, cuando llegamos a la iglesia San Agustín, ubicada en el centro de la urbe porteña. Wilsón Malavé párroco de la comunidad Agustina dijo: “me esperan 30 minutos”, y durante esa espera nuestro equipo se dio el tiempo para hacer un recorrido por el lugar donde todo comienza, la cocina. Luego el sacerdote nos recibió en su despacho donde tuvimos una amena entrevista.

Wilsón Malavé, párroco de la iglesia San Agustín.
El padre Malavé, originario de Riobamba, lleva 6 años realizando labor social en la parroquia San Agustín, ubicada en las calles Luis Urdaneta y Pedro Moncayo, donde comparte cada semana con alrededor de 950 personas entre indigentes y moradores del sector brindando desayunos, almuerzos, y meriendas sin costo alguno.
"Eso ya lo tengo desde siempre", respondió el padre Malavé, tras explicar que la iniciativa la tomó siendo aún un niño, pero solo al llegar a Guayaquil pudo realizarla, debido a que un día caminando por esta ciudad se encontró a un indigente a quien le dio de comer, bañó y vistió, "Para mí fue Jesús", expresó, tras indicar que además lo bendijo y oró por él, y que lo último que le supo decir fue que lo mismo que hizo con él lo hiciera con sus hermanos.
Esta labor la inició con 80 indigentes, ahora Malavé da 2,500 platos de comida a la semana, el menú varía todos los días, todo depende de que haya, y el dinero que se tenga, manifestó el cura. El trabajo se efectúa por medio de grupos de voluntariados que se encargan de preparar, organizar y repartir los alimentos a diario; y que ya no tan solo se realiza en su comuna, sino también en otros sectores como en el Guasmo, donde se atiende a cerca de 100 personas en la casa Madre Teresa de Calcuta; e incluso en Santa Rita, Chone, donde se alimentan a 150 niños. Además, para el sacerdote es importante que el voluntariado se tome con seriedad, y eso implica un compromiso de horario, debido a que todo es planificado y coordinado para cumplir con el objetivo.
El párroco no solo se encarga de repartir comida a los más necesitados, también tiene grupos con problemáticas sociales como el alcoholismo, drogadicción, e incluso gente con discapacidad auditiva. Una de las experiencias que nos contaba era del caso de un hombre de 75 años que vivió por 18 años debajo de un puente y que un día llegó a él con una gasa llena de gusanos en el hombro, lo alimentó, luego procedió a trasladarlo al hospital y en la actualidad se encuentra alojado en la casa de Madre de Teresa de Calcuta con un estilo de vida diferente. "El fruto grande del voluntariado, es que estas personas se están comprometiendo", expresó con satisfacción al indicar que entre 6 o 7 personas que anteriormente consumían drogas, ahora contribuyen con él como voluntarios y la mayoría de estos trabajan.
“Ayudar al necesitado no es botar lo que ya no te sirve, si ayudas hazlo con amor”, enfatizaba constantemente el riobambeño al recordar que, durante Navidad, época en la que entrega ropa y juguetes a cerca de 35000 niños, le ha tocado encontrarse con ropa, zapatos o juguetes en muy malas condiciones y lo que desde su punto de vista denigra aún más la condición de vida de los posibles beneficiarios, y por esta razón él decide no entregar estos objetos.
La sociedad tiene que dejar de ser avara y egoísta, para que no siga creciendo la pobreza, el padre considera que este problema se inicia desde nuestras casas, puesto que estas personas salieron de ellas, porque no hubo un familiar que le tuvo paciencia o porque no le brindó la atención necesaria.
“Dios bendice también a otros hermanos que se han enterado de la obra y han venido a sumarse a esta noble labor y eso es bueno; el voluntariado es eso servir sin pedir nada a cambio”, exclamó el padre.
"Yo siempre parto de: ama a tu prójimo como a ti mismo", expresó el párroco debido a que, para él, el problema de la sociedad es que solo somos observadores y no nos involucramos para ayudar a los demás; también considera que las personas deben ponerse en los zapatos de los más necesitados, para que palpen la realidad y así sientan el deseo de ayudar.
Nos comentó que su anhelo más grande es tener un sitio para acoger a los indigentes y un taller de capacitación para así poder convertir a Guayaquil en la mejor ciudad del Ecuador.
Para culminar la entrevista, nos invitó a colaborar con este proyecto y exhortó a nuestra audiencia a que se una a esta labor que busca dignificar a los grupos más vulnerables de nuestra sociedad.
REALIZADORA:
Génesis Parrales


